Tomado de : http://www.depsicoterapias.com/articulo.asp?IdArticulo=279
En principio, si Ud. se encuentra ante una persona con ataque de pánico, puede tener una actitud de contención, de seguridad y de tono verbal cálido y afectivo. Trate de serenar a la persona, de llevarle tranquilidad expresando que todo va a pasar, que no se va a morir, ni que tiene un infarto, etc.
Intente tener un contacto corporal que sea lo más abarcativo posible y pruebe expresar con caricias y mimos las manifestaciones de contención afectiva, lo importante es que el que tiene un ataque de pánico, pueda "leer" adecuadamente y darse cuenta que no está solo, que hay alguien que lo ayuda. Debe salir de esa pésima lectura provocada por su equivocado estado de "alerta roja". Debe entrar en la realidad afectiva de quien lo contiene afectivamente en ese momento.
Otra de las actividades de quien ayuda, es intentar que regule la respiración y ofrecerle que respire en una bolsa de papel o algo semejante. Ofrézcale que se relaje con distintas técnicas de relajación muscular; esto lo llevará a serenarse.
Habrá que convencer al panicoso que la crisis que está sufriendo dura un cierto tiempo y que pasará. También hay que acompañar al que sufre una crisis de pánico, en hacer lo que sienta hacer, siempre que no revista un peligro para su vida.
Si el ataque de pánico se desencadena estando circunstancialmente solo, no habrá posibilidad de ayudas; sin embargo muy pocas veces aparece en soledad, como para qué no haya tiempo ni nadie que pueda acudir en su ayuda.
Quien elige cuidar a alguien con ataque de pánico, sacará de alrededor cuanta más gente pueda haber, y en especial los menores como asimismo a todos los que digan "pavadas" o se ponen a opinar como grandes conocedores de estas crisis de pánico.
El intento de quien ayuda es evitar que la persona quede fijada en su mundo aislado, solitario y angustiante y brindarle el cuidado -que no tuvo en otras épocas- necesario de la situación y nunca sobreprotegerlo, por cuanto esa actitud ahoga y es contraproducente.
Minimizar el síntoma de angustia panicosa "no es" una conducta apropiada; produce el efecto paradojal. Llevar la contra, entrar en un juego verbal de "vos podés", o recriminarle que está "actuando" es contraproducente.
Si la persona que ayuda no se siente capaz de hacerlo en la situación de angustia de pánico, es preferible que delegue en otros que puedan hacerlo. Si nada modifica y la persona no entra en serenidad, hay que llevarlo a una guardia de hospital donde sabrán cuidarlo.
El paciente con ataque de pánico, una vez serenado, podrá comprender que dicha sintomatología se debe a trastornos biológicos del cerebro que se "disparan" por una excesiva alarma, por conflictos psicológicos relacionados con la falta de cuidado afectivo combinado con la sobreprotección, por la falta de libertad y por la presencia de una dependencia.
Los conflictos sociales obligan a los pacientes con ataque de pánico, a perder la seguridad, la estabilidad y a enfrentarlos con un futuro incierto y temible, con la vivencia de pérdida, ya sea de la propia vida, del sentido de su existencia, de los seres queridos, de la actividad laboral, etc.